sábado, 29 de octubre de 2016

Curiosidades lingüísticas de Angel Saez




 

  Siempre me parece apropiado e interesante todo lo que me mandas Ángel ,lo que me falta en éste momento es tiempo ,pero como dice alguien que tú bien conoces: otro tiempo vendrá y el que hoy no puede podrá. Un saludo y gracias.
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 Curiosidades lingüísticas

Nuestra lengua es muy rica y variada en matices y significados semánticos y por esa variedad citada puede ser causa y motivo de algunos despistes curiosos, que normalmente no suelen tener importancia transcendental, pero que pueden llevar a situaciones peregrinas o divertidas.

El otro día escuché a cierta persona mayor, con fama de conquistador y gran aficionado a la jardinería, jactarse de lo que se había divertido la tarde anterior con la adelfa en su jardín. Uno de esos compañeros oyentes, sin idea que la adelfa es un arbusto de la familia de las apocináceas, con flores de color rosado, blancas amarillas... y recordando que en su pueblo había dos mujeres con ese nombre, “peculiares” o de moral distraída, tardó muy poco en deducir que el hablante había tenido una aventura galante con la tal Adelfa. Y lo único que se le ocurrió decir fue: -“Para un don Juan; un buen revolcón”

Es digna de mención la nomenclatura equívoca de ciertos pueblos o lugares. Viajando hacia un balneario en la ciudad de Alhama de Aragón, poco antes de ese destino puedes ver un cartel de Vías Públicas donde se lee: “Aminore, 15 Km.” Quedas un poquito descolocado y no sabes si realmente debes aminorar la marcha durante ese trayecto citado o qué hacer al respecto. Lo mismo ocurre en la provincia de Ávila cuando ves varios carteles en los que pone: “Aveinte, 30 Km y algo más adelante Aveinte, 10 Km.” Tú lógicamente te quedas sin saber, si debes pisar el freno e ir a veinte, a treinta o a diez. Claro, todo queda aclarado cuando pasas junto al pueblo de Aminore en la provincia de Zaragoza o el de Aveinte en la abulense.

Luego existen las incongruencias de los nombres propios con las personas que los llevan y que a veces te hacen pensar en bromas del destino. Así ocurre que podemos ver a una persona que se llama Severo y es totalmente blando y moldeable mientras otro de nombre Amable es un verdadero cardo borriquero; a esa llamada Virtudes, ni buscándola con una lupa le ves ninguna virtud, atesorando sólo defectos, y de bulto. Lo mismo se puede decir del que llamándose Benigno, produce dolores y quebraderos de cabeza a todo el que lo trata o el llamado Cándido que es retorcido y con más picardía... De cualquier modo estas incongruencias se dan mucho más en los apellidos, siendo habitual encontrarse a Risueños que nunca se ríen, Delgados que son verdaderos toneles, Sevillanos nacidos en Cuenca o Gallegos que vieron su luz en Tarragona.

Igualmente es necesario conocer y saber apreciar el valor de los signos de acentuación que pueden cambiar el significado de las palabras o frases, demostrando que todo es relativo, como pasa en el orden matemático cuando decimos que el cero no tiene valor, pero enseguida vemos que ello depende del lugar que ocupe en cada cifra numérica.

En esta frase: “Si el hombre supiese el valor que realmente tiene la mujer andaría a cuatro patas en su busca” falta alguna coma. Si es hombre quien escribe colocará una coma tras la palabra tiene, pero si es mujer la colocará lógicamente tras mujer.

Reincidiendo sobre lo de los signos de puntuación y acentuación hay una anécdota que lo explicita muy bien: En una representación teatral, por premura de tiempo y la escasa importancia del papel, le dieron a un actor la única frase que decía en una obra de nuestro Siglo de Oro, pero sin la puntuación adecuada y en la que debía decir, para avisar a su señor: “Señor; muerto está. Tarde llegamos”, pero que al no existir ninguna coma o punto, soltó, ante el asombro de actores y espectadores:
- Señor muerto; esta tarde llegamos.





                                                        A. Sáez Hidalgo