jueves, 6 de septiembre de 2012

LA TRILLA (POR ÁNGEL SÁEZ ) CARDEÑOSA



La trilla

Los que somos de tierras de labor y ya tenemos “una edad”,  recordamos el trabajo de la trilla como una función esencial en la época estival, referida a la recolección de la cosecha. Aún no había llegado la mecanización a nuestros campos de secano y ese trabajo, que actualmente realiza una máquina cosechadora en pocos días, entonces representaba una agotadora labor de muchas jornadas que comenzaba con la siega, seguida del acarreo hasta las eras, para la posterior  trilla de la mies.
La trilla era un trabajo pesado; no requería esfuerzo físico considerable, pero por su monotonía y exposición a los rayos solares  resultaba cansino a tope, aunque a los niños solía gustarles. Bajo un sol de justicia las bestias tiraban de los trillos, esas plataformas con sus bases cortantes que iban deshaciendo la mies que estaba tendida en la parva.


“Calor requiere la trilla”
era una expresión usada
en los ardientes veranos
sobre esa labor ingrata
que se hacía en nuestras eras,
parcelas utilizadas
para, bajo un sol ardiente
pudiesen ser trituradas
las mieses que habían segado
las hoces bien afiladas
de sufridos segadores
tras agobiantes jornadas.

El sol calienta lo suyo,
todo su rigor derrama
sobre trillador y bestias
que tal sacrificio aguantan;
se puede  decir, sin duda,
que más que calienta...abrasa
a los que en los trillos dan
vueltas y vueltas sin pausa
según el ritmo que marquen
burros, mulas, bueyes, vacas...
que arrastran los trillos dóciles

girando sin esperanza
entre montones de hacinas
con las diferentes marchas
según sea el animal
que aquellos trillos arrastran:
dando vueltas y más vueltas
plenos de animal desgana.

Porque el animal, yo creo,
no pensará si la parva
es más grande o más pequeña,
si está poco o más trillada,
aunque el trillador de turno
sí sufrirá esa galbana
que amodorra las cabezas,
los cuerpos y...hasta las almas,
mientras se van desgranando
esas espigas doradas
del rubio y crujiente trigo,
del centeno o la cebada,
que una vez sin paja, limpias,
será la justa ganancia
que el austero agricultor
podrá llevar a su casa.
                                   Verano 2012




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