De nuevo la Navidad
como de costumbre llega,
bien cargada de proyectos
para tan sensibles fechas,
aunque también, por desgracia,
aportando mil problemas,
y la de este dos mil doce,
la verdad, no se presenta
lo que se dice boyante,
pues deja múltiples pegas
que agobian al personal
en tan entrañables fiestas.
Lo empezaremos a ver
en las familiares cenas,
que de entrada ya serán
un poquito más austeras,
pues junto a los polvorones,
los turrones y las velas
en su acepción más extensa,
algo de Prima
de Riesgo
asada y a la cazuela,
junto a Recortes,
los ERE,
que cual punta de madeja
irán tirando del hilo
de una economía maltrecha.
El consumo de bebidas
se hará con muchas reservas
y no me refiero, ahora,
a la calidad de éstas;
es más a la cantidad,
con menor consumo de ellas,
para dar algún respiro
a las maltrechas carteras,
que
muchas de ellas no han visto
las
soñadas “pagas extra”;
y olvidaremos los
cavas
que de Cataluña llegan,
con tufo nacionalista
en su propaganda artera.
Y al Belén, a ese Belén
que tanta ilusión despierta
entre mayores y niños
también la crisis le afecta
sufriendo fuertes recortes
entre pastores y ovejas,
y entre algunos artesanos
de esa estampa navideña,
pues
muchos están en paro,
con su economía tiesa.
Hasta
a la mula y el buey
se les nota en las ojeras
que no corren buenos vientos
para su estampa festera,
existiendo otra amenaza
que cuestiona su presencia,
porque hasta el Papa ha dudado
de ese portal con las bestias.
Tendrán problemas los Reyes,
los nuestros y los de fuera,
que desde Oriente nos llegan,
que tal vez puedan faltar
por motivos de las huelgas;
y en tocante a Santa Claus...
más de la misma receta.
Pero esto es lo que tenemos;
y el país, que es nuestra empresa,
con la crisis golpeando
está para pocas juergas.
Y ante tales perspectivas
habrá que vivir las fiestas
con alegría prudente
razonando , sin tristeza,
que hasta acabar 2013
ya no habrá más Nochebuenas
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