Florecillas silvestres,
flores del campo,
que salpicáis la tierra
con vuestro encanto.
Poniendo colorido,
sobre la tierna hierba
de los sentidos.
Moradas y amarillas,
rojas y blancas,
añil y anaranjadas,
rosas y malvas,
lilas y azules:
un inmenso arcoiris,
del suelo fluye.
Etéreas mariposas
los pensamientos,
con sus alados pétalos
al son del viento.
Lirios del valle,
de pasión y pureza
vuestro linaje.
Al beso de la luz,
las capuchinas
se prenden en hogueras
que el aire aviva.
Todo flamea,
y hacia el cielo se alzan
llama y candela.
Rododendro y genciana,
lino y graciola,
la flor de la retama
y la amapola.
Dorado sol,
tiene la margarita
por corazón.
La humilde violeta,
tan delicada,
en su lecho de hojas
duerme arropada.
Y al despertarse…
un perfume sutil
viene a aromarte.
Florecillas del campo,
flores silvestres,
lírico cromatismo
trenzado en verde.
Flores bravías,
alfombrando la tierra
con su armonía
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