Son fechas muy especiales;
lo hace como cada año
y en las mismas grandes fechas,
para recordar a todos
que el odio no es cosa buena,
y a la envidia y malquerer
Y por su amoroso ejemplo
la gente está predispuesta
a olvidarse de rencores
de problemas y protestas,
de penurias y disgustos,
deseando Paz completa,
aún a costa de dejarse
famélica la cartera,
con sus millones les llegan.
Estas fechas se reúnen
alrededor de las mesas,
que lucen esplendorosas,
adornadas y coquetas,
las familias al completo:
padres, hijos, nietos, suegras,
tíos, sobrinos y primos
con los yernos y las nueras
dispuestos para gozar
de esas entrañables fechas,
los regímenes y dietas.
Porque estos días, no hay duda,
la mesa manda en las fiestas;
se celebran los eventos
entre comidas y cenas,
que si no son familiares
son las llamadas de Empresa.
aunque no es cierta esa regla
por existir excepciones
que a menudo se reflejan;
muchas veces estos días
también, por desgracia, encierran
nostalgias de otro pasado
- por sus notables ausencias,
normales en cualquier casa -
y rencores que se aumentan
entre personas, que piensan
de maneras diferentes,
incluso que no congenian,
y que por usos sociales
se juntan en estas fechas.
Y que con las libaciones
se superan las barreras
que la buena educación
mantenía en vía muerta,
saltando a veces la chispa
que caliente sus cabezas
que alteran la convivencia,
produciendo hasta morbosos
titulares en la prensa.
De cualquier manera, opino,
sería cosa estupenda
que ese espíritu feliz
que de estas fechas emana
fuera cuestión duradera;
no sólo el fruto de días,
si no algo de más largueza
y hubiese más Navidades:
una al menos en quincena.
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