miércoles, 18 de abril de 2012
EL SALÓN DEL BAILE ,por Ángel Sáez (CARDEÑOSA)
Si hubo un sitio de grato recuerdo para la juventud de los años 60, en la que me incluyo, y en décadas anteriores o posteriores en la vida de nuestro pueblo,ese lugar fue el salón de tío Esteban, que ya quedó en el olvido de los tiempos y a muchos de los naturales, en la actualidad ,si acaso ,les sonará de oídas .
Era, casi cualquier cosa menos un salón, más bien una nave,con los techos sin dar de llana ,y donde se veían las vigas y cabrios de la techumbre ;el suelo de arcilla bien compacta, ventanas sin cristales ,pero con contraventanas ,cerradas en invierno y en el buen tiempo abiertas para su ventilación .De calefacción nada de
nada ; allí el calor era el emanado por las personas que lo llenaban en las fiestas.Tenía un pequeño bar ,el ambigú y además de la puerta de entrada ,tenía una salida a un patio lateral que en el buen tiempo era visitado
por parejas de baile y espectadores al evento.
Había baile todos los festivos ,excepto en Cuaresma ;al principio la música fue un organillo con su manubrio,
luego tocadiscos (el famoso pick -up ), con discos que solían renovarse por Navidad ,y en los días grandes
de función las diferentes orquestas contratadas y siempre los elementos musicales ,subidos a un estrado o
escenario ,pequeño ,montado en un rincón del salón .Allí nosotros no veíamos las deficiencias notables que
el lugar tenía ; acudíamos con la ilusión intacta desde los primeros bailes hasta que el tío Esteban anunciaba
eso de :"dos y la jota "para terminar ,o ya algo después , a que sonase aquel pasodoble de Manolo Escobar :
"Vamos a la vendimia valdepeñera ,corre mulilla torda cascabelera ..."
En el pueblo,en cuanto a fiestas ,
el lugar más añorado
era un salón de baile;
sitio de indudable encanto
no por adornos ni lujo
sus cortinajes o cuadros.
Por no haber no había cristales
ni tenía cielo raso,
el suelo, barro arcilloso
perfectamente compacto
y donde era fácil bailar
en invierno o en verano.
Allí se acudía siempre
en cualquier fiesta del año,
salvo e tiempo de Cuaresma
en que el baile esta vetado
y entonces la juventud
debía dar otros pasos
para poder divertirse
sin problemas de pecado.
Bajo la atenta mirada
el tío Esteban,vara en mano,
que vigilaba la pista
como jefe y soberano,
la juventud se entregaba
a ese ejercicio tan sano
mientras fraguaban futuros
sin agobios, sin engaños...
En aquel simple salón
buenas orquestas tocaron
y a su ritmo ilusionante
surgieron muchos noviazgos
que tras más o menos tiempo
en matrimonio acabaron,
y quienes eso vivieron
seguro que están marcados
por la nostalgia y morriña
de aquellos tiempos lejanos
y de aquel salón de baile
que anudó tan buenos lazos.
Del libro Cardeñosa en mis versos ... y algo más escrito por : Ángel Sáez.
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